29.8.07

El boleto

Gracias a que tengo una estampita en mi credencial de la uni que acredita mi existencia como estudiante de intercambio, las tarifas de transporte público siempre se me reducen a la mitad. Así que en vez de pagar la impresionante cantidad de $41 por mi pase semanal sólo pago $20.50, que aún así comparado con lo que pagaría en México es muchísimo pero podría ser peor. Cada semana me toca renovarlo y esta mañana fue el día. Lo hice, luego me fui a la uni y de regreso fui a la ciudad a hacer unas cuantas compras. Con mi misión cumplida, me dirigí a la parada del camión rumbo a mi casa y al buscar en mi pantalón el boleto, no estaba. Pero no me preocupe porque tengo la mala costumbre de malponerlo y entonces busqué en mi cartera, en mi bolsa e incluso en las bolsas de las cosas que había comprado. Pero nel que estaba. Maldita sea no llevaba ni un día con él y ya lo había perdido!! Qué pérdida de dinero es esa!! Lo único en lo que podía pensar era en una cadena que me llegó hace mucho mucho tiempo en la que dos ángeles visitaban dos casas, una de dos viejitos amables y cariñosos y pobres y una de una pareja egoísta y pedante y rica. El punto es que en la primera el ángel más viejo dejaba que la vaca, único sustento de los viejitos, muriera y en la segunda, cuando los mandaban al sótano, tapaba un hoyo en la pared. Entonces el ángel joven le preguntó al viejo por qué había sido malo con los buenos y bueno con los malos, a lo que el ángel viejo le explicó que había dejado que el ángel de la muerte se llevara a la vaca porque en realidad a quien quería llevarse era a la viejita pero se la catafixió y que tapó el hoyo en la casa de los ricos fue porque dejaba ver una mina de oro que no habían descubierto aún. Obvio la moraleja es que las cosas no son siempre como aparentan y que si lo mandas a diez amigos alguien muy importante te llamará por teléfono en diez minutos (sí funciona, inténtalo!). A todo esto, yo solo podía pensar que mi angelito le catafixió al ángel de las cosas perdidas mi boleto por mi cartera o mi tarjeta o mis llaves o algo así más valioso que pretendía llevarse. A eso le agregué el pensamiento de que alguien muy necesitado y en apuros encontraría mi boleto y eso haría (aunque fuera un poco) más fácil su semana. Y entonces ya no me sentí tan mal. Pero si sigo así, una, creo que mis recursos no durarán mucho y dos, mi hijo abandonado en el super me odiará toda su vida.

1 comentario:

AJSALA dijo...

jaja espero el destino sea bueno y tu hijo y mi hija se encuentren en ese súper, para pasarla menos piorrrr en la espera.

abrazos!