Sour Soul, para ser exactos, es el nombre de la banda que fui a ver tocar el viernes a Pasagüero. Además de que el estilo que proponen me pareció bastante bueno, lo interesante del caso es que el guitarrista es un niño que conozco desde que íbamos en kinder. Por supuesto, la imagen que yo guardaba en mi memoria de Javi era la de un chavito de catorce años con el que siempre acababa riéndome, no la de un rocker que está como pez en el agua cuando se sube al escenario a tocar. Mi imagen de Javi tocando era con el profesor Fernando en clase de música, no echándose un solo de guitarra eléctrica en un bar del Centro. Por eso fue tan mágico verlo con su banda.
El sonido es de lo mejor que he escuchado por lo original que es, y la manera en cómo transmiten el gusto por lo que hacen te deja dispuesto a armar el club de fans saliendo del lugar. Es por eso que hablo de ellos, porque le apuesto muchísimo a lo que están haciendo y porque me da orgullo saber que todavía existe gente dispuesta a dedicarle su vida a algo tan maravilloso como lo es la música. No en vano Nietzsche dijo:
= Sin música, la vida sería un error =
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