25.8.08

Detalles

“Run your fingers through my soul. For once, just once, feel exactly what I feel, believe what I believe, perceive as I perceive, look, experience, examine, and for once; just once, understand.”

El prof que me da Derecho Internacional es un viejito viejito viejito que siempre nos habla de sus años en la guerra, del amor que le tiene a su esposa que se le adelantó en el camino y de la responsabilidad que tenemos como juventud de sacar a México adelante. Hoy, fue su cumpleaños. Por eso desde la semana pasada armé una cooperacha para comprarle un pastel, y aunque a más de la mayoría le preocupó el hecho de no saber si era diabético o no, yo siempre supe que alguien que a su edad sigue dando clases es porque por sobre todas las cosas está sano. Así que yo llegué al salón con un pastel de chocolate y una gelatina de cajeta (los dos de Costco señores, donde recién descubrí que los postres son super buenos y baratos). Como su clase era a segunda, en cuanto se salió Azucena corrimos a adornar el escritorio para que cuando llegara viera velitas prendidas y todo. Pero por supuesto que, por ser sorpresa, las cosas no salieron perfectas y el prof llegó a su lugar antes de que estuviera todo listo. Y así, a un lado, viendo cómo se intentaba prender sus velas, se puso a llorar. A mí se me hizo un nudo en la garganta instantáneamente (incluso ahora que lo escribo), porque ver a un hombre llorar me parte el alma y si es un viejito ni se diga. La parte cuando ya no pude contener mis lágrimas fue cuando, después de la porra, nos dio las gracias por el detalle con estas palabras: "Mis queridos bukis, mi cumpleaños desde hace un par de años es un día muy difícil porque un día antes se cumplen años de la muerte de mi esposa y por eso les doy las gracias, porque con esto demuestran que uno no hace su trabajo en vano, porque todavía hay gente buena en el mundo". Casi corro a abrazarlo (pero por tonta me contuve). En mi mente de novela dramática me lo imaginaba yéndose a dormir sin nadie que lo abrazara durante la noche y entonces le pedí a la vida que le mandara mucho amor. Pero en el fondo sentí angustia y acabé pediendo más por mí, por poder llegar a esa edad en compañía de mi viejito a quién poder decirle con un beso buenos días...


1 comentario:

Roden dijo...

aaauch.. me hiciste llorar pequeña saly...

que historia tan conmovedora... te agradezco que compartas estas vivencias...

un beso y a ver si el viernes nos vemos no? ya puedo salir de mi casa y toda la cosa...

cuidate

p.d. neta... sigo llorando... damn it..