6.11.07

Con lo que me gusta

Me metí a bañar muy tempranito, como siempre, para aprovechar el día, y es que aquí todo lo cierran taaaan temprano que para que en verdad te rinda el día debes despertarte lo más temprano que puedas. Pero bueno, volviendo al punto, estaba en la regadera tallándome el cuerpo cuando de repente vi en mis piernas uno, dos, tres, cuatro, muchísimos piquetes rarísimos, rojos, con pus en el centro, asquerosísimo. Inmediatamente empecé a sentir mi corazón latir más rápido y más fuerte, a mi cabeza gritar AUXILIO SOCORRO S.O.S.!! Y es que de repente todos esos programas de Australia y sus insectos venenosísimos empezaron a pasar por mi mente y yo ya me veía en un hospital agonizando con fiebre. Lo único que supe hacer fue llamarle por teléfono a mi mamá, como si ella estando a miles de kilómetros de distancia, guiada por mis meras descripciones, sabría qué debía hacer. Su respuesta fue de hecho la segunda opción que ya tenía en mi mente: ve a ver a Ian. Y entonces ahí voy, toda preocupadita en el tren, pensando lo raro que era todo porque ni me dolían ni me daban comezón ni nada, sólo estaban. La cara de asco de Ian no me tranquilizó pero si nada, y entonces los dos llegamos a la conclusión de que debía ir a un doctor. Con lo que me gustan esas cosas!! Y luego sola...si no lo hubiera visto tan ocupado en su oficina le hubiera pedido que me acompañara. Pero no lo hice, y entonces ahí estaba en la sala de espera, cuando un viejecito gritó mi nombre. Pasamos a su consultorio, frío como todos los demás, y preguntó qué era lo que me pasaba. Le enseñé mis piernas, y después de un largo análisis me preguntó si había estado en un parque o algo así últimamente. Le dije que sí, que el domingo había pasado toda la tarde en el parque de mi casa porque la tarde estaba hermosa. Me dijo, llevabas falda o pantalón corto? Contesté que sí. Y luego dijo, pero seguro estabas sentada en una cobija o algo así verdaaaaaaaaad? La neta no. La neta es que me encanta el pasto, sentirlo haciéndome cosquillas en la piel. Pero su mirada de tú estás loca me hizo darme cuenta que no debía seguirlo haciendo, a menos de que quisiera morir por una infección. Dijo que no había manera de saber si había sido un insecto o si el roce con alguna planta me había causado la infección, pero que seguramente estaría mejor con un tratamiento de antibiótico por cinco días. Me recomendó salir siempre con algún tipo de tela donde sentarme, especialmente en estas épocas. Y eso fue todo. Regresé a la casa con ese sentimiendo de quiero que me consientan que siempre me da después de ir al doctor. Pero nadie lo hizo, así que mejor me puse a estudiar...

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