Mi despertador suena a las 7. Hoy no lo escuché hasta las 7:20.
No fue que le pusiera snooze y veinte minutos después decidiera levantarme...simplemente no lo escuché. No quería despertar a un día de rutina. Aún no...
En el camino tengo que poner el radio porque no me encuentro en mi música. No hay un playlist que tolere; ni OZ ni 23. Ni siquiera new beginnings.
Llego al trabajo y todo es normal. El mundo no se detiene porque tú no avances con él.
Un par de horas después estoy de regreso en casa. Sola. La sopa derramándose me indica lo distraída que estoy. Pon atención, no todo tiene que desbordarse a tu alrededor.
Apenas si como. Me voy a la uni.
La percepción de la gente me pone a pensar...será por su sabiduría o porque no puedo ocultarlo en mi mirada que saben que algo pasa?
Hay alguien que me llama para platicar. Me dice que busque una solución, si es que el problema la tiene, y que la aplique. El punto es que no sé si esto tenga una solución porque ni siquiera tengo claro si es un problema.
El problema, en realidad, es lo antihumano que me resulta el ritmo de la sociedad. Uno debería tener el derecho a ausentarse del trabajo, de la escuela, de donde sea que se le espere que esté presente para replantearse su vida. Pero no, es inicio de semana y tienes que estar ahí, ser productivo, soportar el ruido de tu alrededor como si el de tu mente no fuera suficiente. De lunes a viernes estarás en automático. Tendrás que esperar al fin de semana para pensar, para saber qué harás al respecto.
Mientras tanto, procura no cuestionarte demasiado.
3.2.09
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario