16.10.08

Pequeñas coincidencias

Hoy contaré la historia más interesante que jamás escucharán acerca de una moneda de un peso.

Cuando estuve en Venecia el año pasado, le escribí a una de mis mejores amigas que estaba de intercambio en Madrid para decirle que me alcanzara, pero ella ya tenía planeada su visita para otras fechas y entonces no pudimos vernos, por lo que quise dejarle una sorpresa escondida en algún lugar. Elegí el campanario de la Plaza San Marcos porque es uno de esos lugares que la gente visita cuando va a la ciudad y porque las columnas protegidas por rejas me ofrecían el escondite perfecto. No había forma de que a alguien se le ocurriera buscar algo en ese lugar. Lo único malo es que para el momento que lo escogí no tenía ningún objeto pequeño a la mano, por lo que la sorpresa tendría que ser una moneda de un peso. Muy emocionada la escondí e inmediatamente le mandé mail a Cindy con las coordenadas exactas para que encontrara su sorpresa. Pero la sorpresa me la llevé yo cuando me dijo que estuvo buscando en todos lados y no encontró nada. El peso parecía destinado a vivir en Venecia, hasta que...

En Chiapas conocí a Jorge Tirado, quien entre muchas otras cosas me platicó que en Octubre haría un viaje por varias ciudades de Europa, entre ellas Venecia. Yo no tardé en decirle lo mágico que es el lugar y recuerdo haberle contado en algún momento la historia del peso. Lo que no recuerdo es de quién fue la idea de que ahora él lo buscara. Así que, emocionada una vez más, le pedí a Cindy que buscara el mail con las instrucciones porque yo ya no me acordaba de mucho, pero resultó que ese mail ya no existía. Una vez más, el peso parecía destinado a vivir en Venecia, hasta que...

Él dijo algo así como "No puedo creer que siendo como eres no te dé más emoción que encuentre el peso utilizando lo poco que recuerdas junto con mis habilidades e intuición".
No me lo dijo dos veces.
Con mi amiga, Luisa, un par de fotos y mi memoria logré reunir los datos suficientes acerca del escondite y se los envié por mail. Todavía ayer con un mensaje que recibí me di cuenta que había confusión en las instrucciones, pero las aclaré lo más que pude y esperé no 38 minutos sino un par de horas para que el campanario estuviera abierto y él pudiera subir...

Esta mañana, un mail en mi inbox decía "Misión cumplida".
Después de un año cuatro meses, resisitiendo las lluvias y el viento, la moneda fue encontrada. Jorge la encontró. Jorge, a quien ni siquiera conocía cuando la escondí. No se les hace asombroso que eso haya pasado?
No cabe duda que la vida es una sucesión infinita de sorpresas y que, aunque en ocasiones las cosas no suceden como las planeamos, al final todo tiene una razón de ser mucho más profunda de lo que podemos imaginar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases. Sí... Podría unir mi vida uniendo casualidades". Los amantes del círculo polar