23.5

Como plan para celebrar mi cumpleaños estaba irme a Valle de Bravo de fin de semana con mi hermana. Dicho plan se canceló cuando la mamá de Santiago nos pidió de favor que lo cuidáramos desde el sábado porque ella tenía una boda en Cuernavaca. Al principio, por supuesto que tuve mis dudas sobre qué hacer, pero en el fondo el hecho de que ese nuevo integrante de la familia se quedara a dormir me emocionaba muchísimo. Y entonces decidí que parte de lo especial de mi cumpleaños sería despertar con él.
Ayer, en cuanto lo trajeron a la casa, el día se redujo a jugar, cantar, bailar, tocar el tambor, la guitarra, perseguir burbujas, jugar con agua, comer, comer dulces, inventar cosas divertidas, abrazarlo y darle besitos cada siete segundos. Amo ver la rapidez con la que entiende las cosas, la alegría que le causan los hechos para nosotros cotidianos; amo los gestos con los que se comunica, sus movimientos tan delicados, sus manitas que me piden que vaya con él. Después de pasar todo un día juntos pensé que ya no podría sentir más amor ni más ternura, pero me equivoqué...
Esta mañana estuve al pendiente de sus ruidos para que en cuanto se empezara a despertar, fuera a buscarlo antes de que sintiera miedo por no estar en su casa. Cuando escuché que se movía, me acerqué para decirle buenos días y entonces me regaló la sonrisa más bonita que he visto en mi vida. Estaba llena de vida, de luz, de amor...lo abracé, le dije cuánto lo quería y lo saqué de la cuna. Nos sentamos en la cama y nos pusimos a ver caricaturas. Y así, mientras lo acariciaba, no podía dejar de pensar en lo afortunada que había sido por empezar mi día con alguien que me llena de ilusión por mi futuro...ese futuro en el que pueda darle al hombre de mi vida y a nuestros hijos todo el amor que siento por ellos incluso desde antes que existan...