2.10.07

De las cosas vividas

Vengo llegando de mi viaje, de estos once días en los que no paré de ríer, de aprender y de disfrutar cada instante, y de repente, con dos líneas de un mail todo el bienestar desapareció, el miedo se ha apoderado de mí. Me acabo de dar cuenta de la fragilidad de la cosas, de la realidad tan cambiante en la que vivimos, de las vueltas que da la vida.
Y es que cuando salimos de casa hacia la escuela, el trabajo, o en mi caso, un viaje, sabemos que regresaremos y las cosas van a seguir como las dejamos. Pero justo en ese intento de retomar mi rutina me enfrenté con la verdad. Chequé el mail de la uni y había uno en el que explicaban la ausencia de la maestra la última semana de clases. Había muerto. Nunca había sentido mi corazón detenerse tan abruptamente. Todavía recuerdo el enojo que sentí ese día con ella. Recuerdo que dije "Por qué no nos avisó?" y que incluso la odié por haberme hecho ir tan lejos tan temprano para nada. Y ahora me siento tan mal por haber pensado todas esas cosas, pero es que cómo iba yo a saber...Se supone que la muerte no debería llevarse de un día para otro a los maestros, ni a los compañeros de clases, mucho menos a la familia y a los amigos. No, la muerte debería llevarse a los demás pero no a los que conocemos, a los que vemos todos los días. Porque entonces cómo podríamos vivir tranquilos, sabiendo que cada momento corres el riesgo de no volver a ver a ese alguien? Sabiendo que ya no tendrás otra oportunidad para agradecer el hecho de que te mandara un mail de 500 palabras explicándote cómo hacer las referencias para tu ensayo porque tú no fuiste capaz de contestarle en ese momento. Porque tú lo dejaste para después, cuando no hay nada más incierto que eso.
Lo siento Mairead Costigan, lo siento mucho. Te pido una disculpa por no haber agradecido tu ayuda, por haberme quedado callada en tu clase cuando sabía que necesitabas que diera mi opinión, por nunca decirte que te admiraba por pararte enfrente de un salón de clases que nunca participaba. Lo siento, porque la vida te arrebató tu juventud en un instante. Esa vida a la que esta noche, más que nunca, le pido de corazón que me deje regresar a casa y que todo esté como lo dejé...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lamento mucho lo de tu maestra. Que cosas... La vida da tantas vueltas, y uno que a veces no se da cuenta de que cada dia es un regalo. Disfruta mucho. Y solo cuidate que seguramente Dios te tiene un angelito que cuida tu espalda.