La cita

Cuando llegué al lugar donde habría de encontrarme con él, vi que tenía una rosa para mí. Noo-o nada bueno tomando en cuenta que odio las rosas pero la intención se le agradece. Me invitó a comer a un restaurante de comida japonesa muy rico y después nos tomamos un café en la ciudad, todo lleno de pláticas que nos permitieran conocernos tal cual somos. Mi auto-resumen fue agua, niños, delfines, música, estrellas, besos, tacto, pasto, árboles y mensajes de texto. Obvio no olvidé decir que siempre que puedo cumplo lo que prometo, que me encanta viajar y que soy una persona un tanto distinta (pretexto perfecto para hacerle saber que no me gustan nadita las rosas, digo, pa que no haya una segunda vez). Cuando caminamos rumbo a la casa por un parque me contó de su familia, yo de la mía y todo iba tan bien que en verdad empecé a sentir un poco de ilusión de estar ahí con él. Y bueno, a las seis él y Annu tenían una cita con el dueño de un departamento (desamueblado) que fuimos a ver en la semana. A las siete ya era nuestro. Yo en verdad era la más feliz de los cuatro y no podía creer que todo hubiera sido tan fácil esta vez. Vamos, ni les pidieron identificación ni nada. Los señores al parecer son ya grandes pero super buena onda. Tanto, que nos dijeron que como bonus feature del departamento podríamos usar su casa en Newcastle, una PLAYA a dos horas de Sydney donde es común ver BALLENAS y DELFINES. Yo en verdad estaba esperando que saliera un wey de atrás del sillón donde estaba sentada diciéndome que todo era una broma y que me había grabado o algo así. Pero no, al parecer era cierto. En verdad lo logramos! Y bueno, si no entienden por qué estas dos historias están unidas, es que no se han dado cuenta de que la persona que me invitó a salir, y Jakub, mi futuro roommate, son la misma persona. Así es, viviré con alguien a quien aparentemente le gusto mucho. Raro? Seguro que sí. El grado está por verse.