Baño de pueblo

Tal vez era una tradición y así festejan en Xochimilco esto del sábado de gloria, pero que pinche coraje me dio. La historia empieza cuando salí de mi casa en busca de la famosa "Feria de la nieve" con un par de familiares. Todos, bola de tontos, creíamos que íbamos a encontrar el elixir de la vida hecho helado y que por eso valdrían la pena la hora y cuarenta y cinco minutos de camino...pal caso nos hubiéramos ido a Cuernavaca y hasta una asoleadita nos dábamos. Pero no! Ahí vamos todos de argüenderos. Al llegar, por supuesto había todo tipo de nombres chistosos que te hacen pensar como de qué sabor sería el helado así llamado, entre ellos "101 dálmatas", "Picachu", "BobEsponja", "Viagra a la mexicana", "Changolión" y hasta "Starborcks". Y tampoco faltaron aquellos que no sé cómo alguien decidió hacerlo helado, como el de ostión, nopal, camarón y víbora...de cascabel. Bueno, el caso es que no encontré nada que me encantara, fascinara, matara, volviera loca, ni nada parecido. Los dos helados que más o menos me gustaron fueron de sandía y de tres leches. Y fue cuando me estaba comiendo este último que al pasar jus-ta-men-te al lado de un bote de basura, alguien tiró (con demasiada fuerza, supongo) un vaso medio lleno de algún maldito helado derretido y cuando tocó el fondo, el contenido salió disparado y yo fui su zona de aterrizaje. Todo mi lado izquierdo de repente se vio invadido por un pegoste y un olor intolerables que, junto con mi decepción acumulada y el hartazgo por tanta gente, hicieron que me sintiera como niña chiquita, con unas ganas inmensas de llorar sólo para ser consentida y entonces saber que no pasa nada...Lo demás ya no resulta importante en este relato; tal vez otro día lo sea...