De viaje

Estoy feliz. El 2007 (o estos tres días, como prefieran verlo) ha tenido una mezcla de emociones perfecta, y si es cierto que como uno empieza el año, lo termina, no me equivocaba al pensar que éste sería uno de los mejores.
Mañana salgo de viaje, a pesar de que todo parecía indicar que no sería así. Convencer a mi papá de hacer un viaje en carretera es muy difícil, pero se vuelve una misión casi imposible cuando no conoce a las personas con las que pretendo viajar. Pero esta vez cedió mágicamente. El destino: Cancún. La primera (y única) vez que fui fue hace dos años y medio, y como era mi viaje de graduación la verdad no conocí como me hubiera gustado. El día se reducía a dormir toda la mañana, comer la peor comida de hotel que he probado, tomar bebidas con nombres muy raros (en verdad a quién se le ocurre ponerle Bahama Mama o Victoria´s Secret, por no mencionar el famosísimo Miami Vice) y disfrutar de unas de las mejores noches de tu vida, conociendo gente y lugares que en ninguna otra parte.
Pero esta vez (creo) voy en plan de exploradora. Ahora sí se va a tratar de despertarme temprano para aprovechar el Sol, la playa, el mar...y de visitar lugares, muchos lugares, porque tendremos de aliada a una camioneta. Lo mejor del caso es que no llegaremos directo, sino que haremos una que otra escala, lo cual me dará la oportunidad de conocer más de lo que hubiera podido pedir. Y eso amerita fotos. MUCHAS FOTOS. Y amo eso. Lo amo tanto que creo que se compensa con lo mucho que odio hacer maletas. En verdad es algo que no tolero. Siempre acabo dejando cosas que no me explico cómo pude olvidar y llevando más ropa de la que debo junto con un montón de cosas inútiles que sólo sirven para ocupar espacio en mi maleta, la cual si fuera un poco más grande terminaría llena de juegos de mesa, películas desde El extraño mundo de Jack hasta Los amantes del círculo polar, ocho libros, una lámpara de mesa y tres pasteles por aquello del hambre nocturna. Pero bueno, el mal rato se me olvida en cuanto la noche ya no huele a ciudad y puedo ver las estrellas. Quiero ver muchas estrellas, para que me recuerden de dónde vengo; y para que, tal vez, puedan decirte cuánto te quiero.