Octubre siempre da para pensar en lo lindo que sería tener a quién besar una tarde de otoño, y hoy no fue la excepción. Hoy fui a la Cineteca a ver "José y Pilar", un documental sobre Saramago durante el periodo que trabajó en su libro "El viaje del elefante" y me conmovió hasta las náuseas. Literalmente. De repente me encontré llorando por él, por mi escritor favorito, llorando esa ternura que me despertaban sus gestos, sus movimientos, sus comentarios. Me sorprendí de extrañarlo no sólo como escritor sino como humano, como si fuera mi abuelo.
Las ganas inmensas de haberle podido decir gracias, a los ojos...
Hasta que de repente lo vi como pareja, como compañero de vida, y fue ahí donde no supe qué hacer con tanto sentimiento. Identificando poco a poco detalles en su relación con Pilar del Río (hermoso el nombre) me dolió su ausencia en mi vida. Me dolió como duele algo que no hemos tenido pero que ha dejado su huella. Me dolió la ausencia de lo que no ha existido. Y entonces lloré por mi complemento, por aquél con quien comparto mi lucha, mi camino. Lloré por aquél a quien admiro, a quien amo y odio y sin embargo me quedo. Aquél que me sabe cambiante, viajera, independiente y terca hasta las lágrimas.
Quiero encontrar a mi josé. Quiero ser su pilar.
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