18.10.09

Aprendiendo

Me hubiera gustado estar ahí, ver la alegría en tus ojos y abrazarte.
Lo más raro es que, por la falta de convivencia, mi mente sabía que ya no somos aquella persona a quien llamas cuando tienes una gran noticia, ni a quien le cuentas esas cosas que a nadie más.
Mi mente sabía que nos acostumbramos a estar lejos, a vernos una o dos veces al año, pero a sabernos cerquita aquí adentro, donde viven todos esos recuerdos que construimos con sonrisas y lágrimas por igual.

Y un día (de repente) te sabes distante, distinta...

Un día te das cuenta que no estuviste en ese momento tan especial, ese momento que vimos en tantas películas y que nos imaginamos de tantas formas. Pero sobre todo, te das cuenta que ya no conoces a esa persona a quien antes le leías la mente.
Y entonces tus ojos se llenan de una melancolía absurda porque sabes que si esto no hubiera sucedido, seguirías creyendo en tu modelo a distancia pensando que nada pasa, que uno puede querer a alguien sin hacer nada para demostrarlo. Pero la vida y sus lecciones te recuerdan que en realidad no funciona así. Al menos no para ti. De repente recuerdas la importancia de compartir, de descubrirte en la vida del otro, de tomarte el tiempo. Y lo único que puedes hacer es respirar hondo, sonreír por la suerte de haberle encontrado y desearle un camino lleno de amor y de luz.

Te quiero siempre Munis. Om mani padme hum.

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