Hoy tengo el grandísimo y maravilloso honor de escribir en este lugar, y después de como 3 años de estar escribiendo en el blog, es la primera invitación "extranjera" que me hacen, así que en principio decidí escribir algo sobre la casi-trágica-cómica-musical forma en que conocí a Sally, luego iba a poner algo mío, luego otra cosa y así...
pero más bien decidí poner la continuación de un cuento que al parecer a Sally le gustó mucho, y que algún día le prometí continuar, y bien, como me gusta cumplir mis promesas, y si bien también es sabido que a Sally le importan mucho y considera bastante las promesas, hoy cumplo por lo menos una:
Capítulo 2
Cuento de una tarde apresurada de verano
... Pasaron un par de días, y mientras Susana preparaba el mole azul que fascinaba a chicos y grandes, que de pura casualidad coincidían en la casa de la familia Frigorífico (no pregunten el porqué del apellido, a mí todavía no me dicen), ya por el color, ya por el sabor increíble que tenía, Ximena decidía qué regalarle a su madre, por que Ximena tenía la costumbre de regalarle cosas a las personas que la acompañaban en su cumpleaños, costumbre que en realidad siempre compartía con su madre, ya que si bien es sabido Ximena no tenía muchos amigos, con eso de las burlas y sus raros hábitos... de todos modos siempre compraba más de un par de cosas para los curiosos, los tíos desagradables que le pellizcaban las mejillas y la abuelita que siempre se quedaba dormida en el instante menos pensado...
Y así pues llegó el mentado cumpleaños, Beto, que se había conseguido un espía en el vecino de enfrente de Ximena, y al cual le pagaba con una canica cada 4 días -pago muy alto para ambos, pues han de saber que Beto era el más campeón mundial de su barrio en el campeonato de canicas que cada sábado se llevaba a cabo en el parque de atrás de su casa-,pues el espía en cuestión le había revelado sobre el festejo de Ximena ese día, y si bien Beto aún no tenía el regalo o algo interesante que llevarle, y siendo la una de la tarde, y puesto que la celebración se llevaría a cabo a las 5, entonces Beto tenía 4 horas para conseguir algo realmente impresionante como para que Ximena por fin se diera cuenta de su existencia, dato que debido a su importancia le valió una canica Bombocha con la que había ganado el tan concurrido torneo de "lanicas" -bautizado así por el primer campeón que tenía un problema de pronunciación-, y que a pesar de la tristeza de perder la canica en cuestión, guardaba la esperanza que le valiera la atención de Ximena, al menos un guiño, una palabra de aliento, algo...
Pues el plan era el que sigue: contactar al único amigo de Ximena, un viejillo alegre de lentes con el que Ximena platicaba los domingos en la plaza frente a la iglesia, mientras esperaba a su mamá, que atendía a misa... que ni la atendía en realidad, sino que era como costumbre de su pueblo reunirse en dicho lugar para comentar los chismes de actualidad, juego y costumbre en la que en algunas ocasiones hasta el mismo padre participaba, puesto que la platica dicharachera en ocasiones alcanzaba niveles muy altos y como el padrecito conocía a todo el pueblo, pues entonces sentía la imperiosa necesidad de comentar sobre si a la hija del carnicero de la esquina de la calle Luna con la calle Azul le convenía si bien salir con el florista o con el hijo del dueño del molino...
Así pues Beto recorrió la mitad del pueblo raudo y veloz en su bicicleta marca Rayo -que no están para saberlo, pero recién seis meses atrás había perdido las llantas traseras de apoyo-, fué hasta la plaza donde se encontraba, entre otras cosas, el Restaurante Calvillo's, atendido durante tres generaciones por la familia Calvillo, y también durante las mismas, por el señor Basilio (que en la actualidad es Basilio el Tercero, ya saben, la creatividad de algunas familias...), y también la tienda del señor Frito, que se llamaba Fito pero por alguna leyenda o algo se le bautizó de tal modo, y bien, su tienda hace mucho que no se sabía qué era lo que vendía en dicho lugar, puesto que hace un par de años a lo mínimo nadie entraba en dicho lugar, y sin embargo, todos los días religiosamente abría a las 7 de la mañana, cerraba de 3 a 4 para ir a comer y cerraba a las 7 de la noche, mientras tanto, el Señor Frito esperaba afuera de la tienda, religiosamente, sentado en la puerta, esperando algún nuevo cliente, ayudado por algún accesorio dependiendo la estación del año...
Y bien, Beto más o menos cansado, llegó con el señor Frito, se presentó y le contó la historia de su amor enamorado por Ximena y sus accidentadas rodillas, el Señor Frito, después de haber escuchado tan cálida y linda historia, depués de esbozar una sonrisa, le dijo...
el gato Rocanrolero... sin decir adiós.
In Lakech
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