16.5.07

Acabando el semestre

Esta semana es la última que tengo de clases, ya sólo me faltan dos de finales y soy libre...Y sólo hoy me dio un poco de melancolía terminar. Obvio tenía que ser miércoles. Para quien no lo sepa, este día se convirtió en algo perfecto cuando nos quitaron al papanatas que nos daba Análisis, porque entonces las materias que llevaba eran las que más me gustaban y el horario de 10 a.m. a 1 p.m. hacía que todo se sintiera ligero y fresco. En verdad cada ausencia en miércoles me dolía muchísimo, porque me encantaba estar presente en esas clases.

La primera, Operaciones y procesos de la empresa. En ésta, más que lo aprendido en la materia estuvieron las enseñanzas de vida. El simple hecho de que en la primera clase, después de mis dos faltas, el profesor que todavía no conocía hiciera que le diera un abrazo sin ni siquiera saber mi nombre, sólo porque fue lo que se me ocurrió decir que había traído de mi viaje, hizo que me diera cuenta inmediatamente de lo especial que era. Mario Sierra es de esas personas a las que se les nota la pasión por lo que hacen, y uno como alumno siempre agradece el tener maestros que disfruten compartir todo eso que saben. Por cierto, prometí inmortalizarlo con una de sus grandes frases, así que tomando chocolate y pagando lo que debo...

= Cuando decidimos (mi esposa y yo) cerrar la fábrica de muñecos, abrimos el parque de diversiones=

La segunda, Presupuestos. En general, las materias que tienen que ver con la contabilidad y esas cosas de los números me han gustado desde primer semestre. Pero insisto, ésta fue muy especial por quien la impartió. Miriam Paniagua fue quien me firmó un trabajo de otra materia con un nombre falsificado, para no reprobar; fue quien me contaba de su esposo, de sus hijas, de su mamá; quien juega Cranium y sopla las respuestas al equipo contrario; quien desfila en pasarela sin importarle nada más.

De los dos aprendí mucho más que simples conceptos de clase: aprendí de la vida. Me enseñaron que en verdad se puede mantener un espítiru y un corazón joven, que si el adulto no sonríe es sólo porque no se lo permite, que la familia es lo más importante y va por sobre todas las cosas. Me enseñaron que se puede mantener la humildad y la sencillez a pesar de tener una tarima que te ponga en un nivel más alto que el resto del grupo. Y más que cualquier otra cosa, me enseñaron partes de esa persona que quiero ser cuando sea grande...Infinitas gracias.

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