Ultimátum

A partir de hoy recibiré gustosa cualquier tipo de broma que reciba por la universidad en la que estoy. Y es que antes trataba de escudarla, de justificarla y de hacer todo tipo de malabares para defender sus métodos de enseñanza, pero hoy renuncio. Hoy ya no lucharé contra aquellos que digan que voy en una prepa, y es que después de ver que parte de la evaluación de ciertas materias del cuarto semestre que curso dependerán en un 20% de la asistencia y en un 10% de la actitud, el término prepa parece un elogio.
Y si se preguntan qué pasó hoy que hizo que renunciara tan de pronto a mi papel de defensora, permítanme contarles que en la magnífica clase de Antropología Teológica (alias catecismo) después de una breve introducción de lo que veríamos como parte del curso, la catedrática María de los Milagros Avelar nos informó que, a manera de ayuda, este semestre se vería beneficiado aquél que supiera recitar Los Diez Mandamientos, de la misma forma que el semestre pasado recibió ayuda quien dijera de memoria El Credo. Creo que sólo me queda esperar una tarea en la que tenga que ilustrar con fábulas los siete pecados capitales.