11.1.07

De vuelta

Ayer fue el día. Regresé de viaje con una sonrisa enorme en el corazón y una tos que no me deja contar sin interrupciones lo bien, excelente, magnífico, maravilloso, increíble, fantástico, lindo, "ponga aquí el adjetivo que me hizo falta" me la pasé. Puedo catalogar al viaje como uno de los mejores que he tenido en mi vida por lo completo que fue. Viví de todo un poco, desde compartir cuarto con una familia que llevaba dos días de conocer hasta salvarme de una redada con todo y gas lacrimógeno y disparos (o al menos eso escuchamos Lya y yo). Los caminos se me hicieron eternos, escuchando toda la trova que necesitaba escuchar en mi vida y soportando un tubo enterrado en el coxis todo el tiempo. Lo único que lograba distraerme eran los paisajes tan lindos, las pequeñas pláticas espontáneas y unas tarjetas de un juego estilo Maratón que hicieron darme cuenta que no se nada de los Beatles (Virus). La primera noche la pasamos en Villa(no tan)hermosa; la segunda en Mérida, donde justo celebraban su 465 aniversario y entonces pudimos disfrutar de su comida, música, baile y hasta cuetes a las doce después de haberle cantado Las Mañanitas a la ciudad. El sábado conocimos Izamal, un pueblo amarillo donde puedes observar el pasado en una iglesia construida junto a unas ruinas arqueológicas; muy recomendable, en verdad es muy lindo.
Cuando por fin llegamos a Cancún moría por meterme al mar, pero por irnos a hacer otras cosas regresamos al hotel cuando ya estaba obscuro (que en esta época es a las 6:30) y sólo estuvimos en la alberca y en el jacuzzi, situación no sujeta a queja alguna. El domingo sí estuvo dedicado a tirarnos al sol como lagartijas, y en la noche fue cuando nos metimos el susto de nuestras vidas al ver que llegaban patrullas y policías en moto al lugar donde estábamos, pero la tensión desapareció cuando al estar en nuestro cuarto, sanas y salvas, tiré la alarma contra incendios del techo por tratar de matar a una inocente palomilla. Ese pobre cuarto sufrió conmigo de huésped. No por nada la gente que me conoce dice que tengo manitas de estómago...
El lunes fuimos a conocer dos zonas arqueológicas, la de Xel-ha y la de Cobá. Ahí me acabaron los mosquitos, pero vale muchísimo la pena caminar por esos senderos sin saber qué maravilla te vas a encontrar a la vuelta.
Pero si de hablar de maravillas se trata, el martes Lya, Gerardo y yo nos adentramos en la selva para conocer el cenote Siete Bocas. Para esto sí no tengo palabras, es algo que uno tiene que conocer para poder entenderlo, porque de otra forma resulta imposible explicar el tono de azul tan brillante del lugar que tiene un mínimo de 150 metros de profundidad. Nosotros llegamos a la conclusión de que los mayas no desaparecieron, sino que viven en ciudades submarinas que son las que brindan tanta luz al agua. Y bueno, podría seguir escribiendo hojas y hojas de mi viaje, pero, uno, no quiero aburrir a mis queridos lectores (risas) y dos, mi hermana Mar vino de vacaciones, entonces he procurado estar con ella todo el tiempo posible y aunque es un placer estar escribiendo, prefiero hacerlo después cuando ella no esté aquí. Así que esto es lo último, y va pa´ti Lya...mi corazón está muy contento porque empezó el año con una persona que sabe se quedará para siempre entre tantos recuerdos contruidos. En verdad estoy muy agradecida contigo por haber pensado en mi como compañera de viaje. Sólo queda decirte que fue un gusto haber estado en Tucancún juntas compartiendo tantas y tantas risas. Te quiero.

1 comentario:

AJSALA dijo...

CARAYYYY que viaje, gracias a ti... neta la pasamos increible, y si, ya estas apartada pa diciembre, ve "rezando" pa que puedas faltar las 2 primeras semanas de diciembre a clases, abrazos miles, te quiere, siempre
yo